Historias de la Biblia de DLTK para niños
La historia de Moisés y el Faraón
por Sharla Guenther
Cuando Moisés y su hermano Aarón llegaron a Egipto, el Señor les dijo lo que debían hacer. Él dijo: "Vayan donde el Faraón y díganle que libere a los Israelitas. Él será muy terco y tendrá que ver muchas señales y milagros antes de que los deje partir, pero todos sabrán que soy Dios cuando él finalmente libere a los israelitas".
Así que hicieron lo que Dios les había pedido y fueron a ver al Faraón. Cuando estuvieron frente a él, Aarón dejó caer su vara y esta se convirtió en una serpiente (como Dios dijo a Moisés que pasaría).
El Faraón no se mostró para nada sorprendido, solo les sonrió a Moisés y Aarón. Sin decir palabra, chasqueó los dedos y un minuto más tarde, tres hombres entraron. El Faraón susurró al oído de uno de los hombres y asintió y habló en voz baja con los otros.
Entonces los tres lanzaron al mismo tiempo las varas que cargaban al suelo, y estas se convirtieron en serpientes, como las de Moisés y Aarón. Estos se miraron uno al otro con decepción y se dieron cuenta de que esos eran los magos del Faraón.
Justo cuando Moisés se estaba sintiendo derrotado, su serpiente se tragó a todas las otras serpientes. Esto hizo sonreír a Moisés, seguro que el Faraón ahora si los dejaría ir. Pero esto no pareció importarle al Faraón, sacudió su cabeza y dijo: "Buen intento, pero los israelitas me pertenecen y trabajan para Egipto y no los dejaré ir."
Moisés se marchó desilusionado pero emocionado de hablar con Dios sobre lo que harían luego. Después de todo Dios les había dicho que no sería fácil. Así que la siguiente vez que Dios les habló, ellos escucharon con cuidado: "El Faraón tiene un corazón duro, y aun no va a cambiar de parecer. Vayan a verlo mañana temprano, hoy no los ha escuchado, pero seguiré mostrándole que yo soy Dios ".
Después de oír las instrucciones de Dios, Moisés y Aarón se reunieron con el Faraón a la mañana siguiente. Aarón le explicó al Faraón: "Como no has escuchado, Dios va a convertir toda el agua de Egipto en sangre. Los peces morirán, el rio tendrá un olor nauseabundo y ninguno de los egipcios podrá tomar sus aguas".
El Faraón sonrió y dijo: "Adelante". Así que Aarón hizo lo que el Señor le había dicho y puso su vara en el agua, y esta se convirtió en sangre. El Faraón parecía un poco sorprendido, pero llamó a sus magos, y estos también convirtieron el agua en sangre. Ante esto, el corazón del Faraón se endureció, entonces dio vuelta y se regresó a su palacio.
Todos los peces murieron, y el agua olía muy mal, y se podía oler desde todas partes. ¿Puedes imaginarte abriendo la llave de la casa y que salga sangre? y ¿qué tal tomarse un baño de tina o inclusive usarla en el inodoro? Por supuesto que los egipcios no tenían lavamanos ni inodoros en esa época, pero si usaban agua para beber, para preparar los alimentos y para hacer la limpieza.
Después de toda una semana así, el Faraón aun no dejaba ir al pueblo. Pero sus magos tampoco podían volver a convertir la sangre en agua. El Señor dio instrucciones a Aarón y a Moisés para que fueran a ver al Faraón nuevamente y les dijo: "díganle al Faraón que deje libre a mi pueblo. Si se niega a hacerlo, llenaré los campos de ranas."
Hicieron lo que Dios les había pedido y el Faraón nuevamente se rehusó a liberar al pueblo. Así que Aarón extendió su mano sobre las aguas de Egipto y las ranas llegaron y cubrieron todo. ¡Realmente estaban en todas partes! En las estufas donde cocinaban, en sus camas y hasta saltaban sobre la gente.
Los magos también podían hacer aparecer ranas, pero esta sería la última vez que su magia funcionaría. Después de un día de esto, el Faraón no pudo aguantar más y llamó a Moisés y a Aarón (¡probablemente no pudo dormir porque las ranas le saltaban encima!)
Le rogó a Moisés: "Ora a Dios para que se lleve las ranas lejos de mí y de mi gente, y dejaré ir a tu pueblo." Así que Moisés oró al Señor y todas las ranas murieron. Pero cuando el Faraón vio que todas las ranas estaban muertas, se sintió aliviado, endureció su corazón y cambió de parecer.
Muchas otras plagas siguieron: mosquitos y moscas, todo el ganado se enfermó y murió, los egipcios se cubrieron de llagas, cayó granizo y destruyó todas las cosechas, llegaron langostas y se comieron todo el pasto y todo lo verde, y luego todo quedó en tinieblas. Nadie salía de su casa porque ni siquiera podían ver por dónde iban.
Con cada una de estas plagas, el Faraón dijo que dejaría ir a los israelitas si Dios volvía todo a la normalidad, pero luego seguía cambiando de parecer. Pensarías que hubiera aprendido su lección y que dejaría ir a los israelitas. Dios no se da por vencido.
Tal vez te sentiste mal por los israelitas por el paso de todas estas plagas, pero Dios se aseguró de que estas no los tocaran a ellos. Solo el Faraón y “su gente”, los egipcios, pasaron por todos estos tiempos difíciles. Los israelitas vivían un poco lejos, y Dios los mantuvo a salvo, y puso un muro imaginario a su alrededor para que no llegara ninguna de las plagas hasta donde estaban.
Si pensabas que todas las otras plagas eran malas, hubo una última plaga (la décima) que era mucho peor que todas las otras. El Señor les dijo: "Esta será la última plaga que caerá sobre el Faraón y sobre Egipto, y después de esta, los dejarán irse. Cerca de la medianoche iré por todo Egipto. Cada primogénito en Egipto morirá, incluyendo al hijo del Faraón, y habrá mucha tristeza." Moisés y Aarón advirtieron al Faraón, pero este se rehusó a escuchar.
El Señor tenía instrucciones especiales para Moisés y para Aarón, para que los israelitas estuvieran seguros durante esta última plaga. Les dijo: "los israelitas deben sacrificar a su mejor oveja o cabra. Luego deben tomar parte de la sangre y untarla en los lados y encima de las puertas de sus casas.
Esa misma noche pasaré por Egipto como un espíritu y tomaré la vida de todos los primogénitos. Si veo sangre en la puerta, esta será una señal para pasar esta casa por alto y para mantener seguros a todos los que se encuentran dentro de ella.
Este día siempre será recordado como la Pascua Judía, porque Dios los mantendrá a salvo. Continuarán celebrando este día por muchos años." (¡Algunas personas aún lo celebran hoy día!) También comerán pan sin levadura (un pan que es plano y no esponjoso como el que comemos). Esto siempre les recordaría la prisa con la que salieron de Egipto.
Ahora debes recordar que el Faraón pudo haber evitado todo esto mucho tiempo atrás. Dios le dio muchas oportunidades de liberar a los israelitas, pero él se negó a escuchar.
Desafortunadamente Dios tenía que enseñarle una lección al Faraón y entonces hizo lo que dijo que haría.
Después de que el Faraón cayó en cuenta de lo que había pasado en Egipto, llamó a Moisés y a Aarón después de la medianoche y dijo: "¡dejen a mi pueblo, ustedes y todos los israelitas! Vayan a adorar al Señor como querían, tomen todos sus animales y ¡salgan de aquí!" Los israelitas reunieron oro y plata de los egipcios, quienes estaban contentos de verlos irse, y se marcharon con Moisés.
¡No creerás lo que pasó después! Cuando el Faraón escuchó que los israelitas se habían marchado ¡volvió a cambiar de parecer! Decidió reunir un ejército de más de 600 personas y perseguir a Moisés, Aarón y todos los israelitas.
Cuando los israelitas iban de camino, notaron en la distancia que el Faraón los seguía. Comenzaron a preocuparse y preguntaban a Moisés por que los guiaba hacia el desierto para morir. Moisés sabía que decir, y les dijo: "no teman, Dios los ha protegido antes y los protegerá nuevamente."
Cuando los israelitas llegaron al Mar Rojo, estaban atrapados porque tenían el mar frente a ellos y al Faraón detrás. Pero Dios le dijo a Moisés que extendiera su vara sobre el agua, y cuando lo hizo, algo asombroso ocurrió ¡el agua se dividió en dos! El agua se levantó, creó grandes muros de agua (ni siquiera podían ver sobre ellos porque eran más altos que una casa). Caminaron sobre tierra seca, que era el fondo del Mar.
El ejército del Faraón los siguió en el Mar, aun cuando algunos egipcios tenían temor y sabían que Dios estaba con ellos. Cuando los israelitas habían finalmente cruzado a salvo, Dios le dijo a Moisés: "Extiende tu mano sobre el mar para que las aguas vuelvan a la normalidad y cubran al Faraón y a su ejército".
Moisés hizo lo que Dios le había dicho y extendió su vara sobre el agua. Cuando las aguas se juntaron nuevamente y cubrieron a los egipcios se oyó un fuerte estruendo.
Ese fue el día en que el Señor salvó a los israelitas de los egipcios. Cuando los israelitas vieron lo que Dios había hecho por ellos, tuvieron confianza en Él, y supieron que Moisés sería un buen líder para ellos mientras viajaban hacia la tierra que estaba llena de leche y miel.
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