Historias de la Biblia de DLTK para niños
El Sermón de la Montaña
por Sharla Guenther
El mensaje que vas a oír hoy se trata de las bendiciones. Usamos mucho la palabra bendecir pero tal vez no sabemos lo que significa.
Jesús había estado caminando con sus discípulos, siempre enseñándoles y hablándoles. Más y más personas iban a verlo y lo seguían porque podían notar que tenía algo especial. La forma como hablaba y las cosas que decía captaban la atención de todos.
Este era uno de esos días y la gente lo había estado siguiendo, entonces Jesús decidió detenerse en una ladera con sus discípulos y enseñarles a todos los que quisieran oírlo.
En la primera parte de su sermón Jesús hablará de diez puntos conocidos como las bienaventuranzas (o beatitudes). Todos menos uno de estos puntos comienzan con la palabra bienaventurados. Así que tal vez deberíamos averiguar lo que significa la palabra antes de continuar.
Ser bendecido es más que ser feliz. La vida no siempre sale como queremos, a veces nos enfermamos o alguien se lastima y por supuesto esto no nos hace felices pero ser bendecido es estar lleno de júbilo internamente aun si las cosas no son perfectas.
Es un júbilo más profundo porque sabemos, como creyentes, que el espíritu de Dios vive en nosotros y que viviremos con Él algún día en el cielo.
Jesús comienza con bienaventurados los pobres de espíritu porque de ellos es el reino de los cielos. Ser pobre de espíritu significa que no estamos apegados a las cosas que tenemos. Significa que entiendes que Dios te ha dado todas las cosas grandiosas o bendiciones y que deberíamos estar muy agradecidos e inclusive dispuestos a renunciar a ellas o a compartirlas con otros. Todas nuestras cosas en la tierra no importan porque no podemos llevarlas con nosotros al cielo, que será mucho más maravilloso de lo que podemos imaginar.
Bienaventurados los que están en duelo, porque serán consolados. Estar en duelo es cuando estamos muy tristes. Tal vez has llorado porque te has lastimado o porque alguien a quien conocías ha muerto, pero esto es diferente. Esto se trata de estar muy afligido por aquellos que no han oído sobre Dios o sobre el pecado en sus vidas. Tal vez aun no piensas mucho en esas cosas pero a medida que te acercas a Dios, esto comenzará a inquietarte y está bien que sea así. Dios promete que nos consolará cuando lo necesitemos.
Bienaventurados los mansos porque ellos heredarán la tierra. Ser manso es ser paciente, no enojarse fácilmente y no pensar en que eres superior. Los fariseos son un mal ejemplo de esto en la Biblia. Ellos se aseguraban de que la gente supiera que estaban ayunando y orando y parecían enorgullecerse de lo que estaban haciendo para Dios. Pero Él quiere que hagamos estas cosas sin hacer un espectáculo, que lo hagamos por Dios y no para ganar la aprobación de otros. Hacer cosas buenas por otros es genial, pero siempre podemos seguir haciendo esto y más.
Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. Ser justos por nuestra propia cuenta es imposible. ¿Podemos ser siempre justos ante los ojos de Dios? No, y Él lo sabe. Podemos hacer nuestro mejor esfuerzo para hacer lo que es correcto y si no lo logramos, podemos pedir perdón y este borra todo lo malo. El verso no solo nos pide que tratemos de ser justos sino que tengamos hambre y sed de justicia. ¿Alguna vez has estado muy hambriento y sediento? Para estarlo tal vez tengas que dejar de comer o tomar agua por más de uno o dos días. Dios quiere que necesitemos y que sintamos que nos estamos muriendo de hambre de justicia y Él nos saciará con ella.
Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. Tener misericordia es ser amorosos y amables con los demás. Esto no significa solamente ser amorosos y amables con tu familia y amigos sino también con aquellos a quienes no conoces e inclusive con las personas que no te agradan.
Bienaventurados los limpios de corazón, porque ellos verán a Dios. Ser puros es como tener un corazón limpio. Como el corazón en nuestro interior que bombea sangre y nos mantiene vivos y si algo está mal en nuestro corazón, no funcionamos correctamente. Jesús está hablando sobre el lugar en el que pensamos y tomamos decisiones, porqué hacemos las cosas y nuestros pensamientos. Si mantenemos nuestra mente, nuestros pensamientos y decisiones llenos de bondad, Dios dice que lo entenderemos a Él mucho mejor.
Bienaventurados los pacificadores, porque serán llamados los hijos de Dios. La manera más simple de explicar esto es alguien que fomenta la paz. Ayudar a otros a que se lleven bien sería una buena parte de esto. La segunda parte de esta bienaventuranza dice: entonces serán llamados los hijos de Dios. Ser un hijo de Dios significaría que eres en realidad parte de su familia y que estás empezando a ser más como Él, así como somos parecidos a nuestros padres.
Bienaventurados los que son perseguidos por causa de la justicia, porque suyo es el reino de los cielos. Dios sabe que este mundo no actúa de la manera que Él quiere que lo haga. Al hacer lo contrario a lo que hace el mundo, seremos objeto de burlas o cosas peores, porque la gente no entiende por qué no hacemos cosas solo para nosotros mismos. Vivir la vida haciendo cosas por otros confunde la forma como piensa el mundo. Mucha gente en el mundo quiere la belleza, el dinero, y no les importan los demás, siempre que obtengan lo que quieren. Esto es contrario a la vida que Dios quiere que llevemos. Hacer lo correcto no es fácil pero Dios quiere que sepamos que el reino de los cielos nos está esperando si podemos sobrellevar los momentos difíciles en esta vida.
Las bienaventuranzas terminan diciendo que debemos regocijarnos y alegrarnos porque al seguirlas recibiremos grandiosos tesoros en el cielo.
Dios promete que seremos bendecidos si seguimos estas enseñanzas, pero no será fácil. Todos aún estamos tratando de averiguar cómo hacer estas cosas. No te desanimes. Dios nos llama a ser diferentes al resto del mundo.
Ten presente que las bienaventuranzas son imposibles de cumplir sin la ayuda de Dios. Él quiere ayudar y ser una parte importante de las decisiones que tomas y de todo lo que haces.
Jesús no nos dio estas bienaventuranzas para luego querer que fallemos. Quería darnos un objetivo, algo que tratemos de lograr toda nuestra vida. Quiere que hagamos nuestro mejor esfuerzo, y quiere darnos una vida llena de bendiciones y recompensarnos aún más algún día en el cielo.
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