Los invitados estaban horrorizados y la Reina cayó al piso sollozando, pero el hada número doce, cuyo
deseo aun no se había pronunciado, dio un paso al frente en silencio. Su magia no podía retirar la maldición, pero podía suavizarla, así que dijo,
"No, tu hija no morirá pero en lugar de
eso caerá en un profundo sueño que durará cien años".