Blanca Nieves ahora estaba sola en el gran bosque y no sabía qué hacer. Los árboles parecían susurrar unos a otros asustando a Blanca Nieves, quien se echó a correr.
Corrió sobre piedras afiladas y a través de espinas. Corrió tan lejos como la llevaron sus pies y cuando estaba cayendo la noche vio una pequeña casa y entró en ella para descansar.
Dentro de la casa todo era pequeño pero ordenado. Había una pequeña mesa con un mantel blanco bien cuidado y siete pequeños platos. Había siete pequeñas camas contra la pared, todas en fila y
cubiertas con colchas.
Como estaba tan hambrienta, Blanca Nieves comió algunas verduras y un poco de pan de cada pequeño plato y de cada taza bebió un poco de leche. Luego, como estaba tan cansada, se recostó en una de las pequeñas camas y pronto se quedó dormida.