Actividades de la Biblia de DLTK para niños
La segunda lección para niños en esta historia:
por Leanne Guenther
2. ¿Acaso soy el guardián de mi hermano?
Versículo para memorizar: "¿Acaso soy el guardián de mi hermano?" de Génesis 4:9
Cielos, a veces es difícil ser amable con otras personas; especialmente con las que pasamos la mayor parte del tiempo. A veces nos enfurecemos con nuestros amigos o nuestros hermanos porque sentimos que ellos reciben toda la atención. ¿Alguna vez te has sentido celoso de alguien cercano porque sentiste que las personas lo trataban mejor que a ti?
Es verdad que algunas veces los adultos cometen errores y favorecen a una persona sobre la otra por un tiempo corto; las personas (aun los adultos) cometen errores.
¡Pero Dios no comete errores! Dios nos hizo a todos. Todos somos especiales para Dios. El no tiene favoritos. Si abrimos nuestros corazones al Señor, nuestro amoroso Creador, El nos mostrará el bien y el mal. Nos ayudará a "amar a nuestro prójimo". Nos ayudará a ser los guardianes de nuestros hermanos.
Caín no escuchó a Dios. Aun cuando Dios trató de mostrarle sus errores, él se rehusó a escuchar. El agredió a su hermano en lugar de abrir su corazón a Dios. Y cuando Dios le preguntó qué había pasado, Caín hizo un último esfuerzo por negar todo lo que había hecho. "¿Acaso soy el guardián de mi hermano?" Gritó desesperadamente antes de reconocer finalmente su responsabilidad por todo lo que había pasado.
María recién había comenzado el Grado 2 y se le dificultaba la escuela un poco más que en el pasado. Su maestra la había enviado a casa con algunos problemas de matemáticas para completarlos el fin de semana, pero ella estaba teniendo dificultades para terminarlos.
Lo peor de todo es que en el pasado su mamá siempre tenía tiempo para ayudarla con sus tareas. Pero ahora que su hermano menor Rickie había cumplido 3 años, el siempre era el foco de atención.
Rickie corría por todos lados. Había tomado las muñecas favoritas de María y les dio lecciones sobre como nadar en el inodoro. Hizo garabatos en los libros de la biblioteca de la escuela de María y le causó problemas con su maestra. Siempre estaba gritando o cantando a todo volumen. Y, lo peor de todo; su mamá siempre estaba muy ocupada cuidando a Rickie y nunca tenía tiempo para María.
María se sentó mirando por la ventana mientras pensaba, "este fin de semana va a ser el peor de todos. Papi está trabajando fuera de la ciudad. Mami y yo teníamos noches para chicas cuando papi viajaba; pero ahora ni eso podemos hacer. Y mami se enoja conmigo y con Rickie por cualquier cosa. ¡No es justo!"
De repente, Rickie entró corriendo a la habitación, gritando "¡abrazos Mara! ¡abrazos Mara!", y salió disparado hacia María, con tanta fuerza que casi la derriba. Le dio un gran abrazo y un beso apresurado. María rió y se sintió un poco mejor; pero solo hasta que Rickie saltó para salir de la habitación, tumbando su carpeta de matemáticas del escritorio. No estaba cerrada, y todas las hojas volaron, esparciéndose por el suelo.
¡Esa fue la gota que derramó la copa! María recogió la carpeta y la lanzó tan fuerte como pudo hacia donde estaba Rickie. Esta rebotó en su brazo y golpeó la lámpara en el corredor. La lámpara se rompió y Rickie comenzó a llorar. María se apresuró hacia el corredor, recogió su carpeta y la volvió a lanzar a su escritorio.
¡Lo hizo justo a tiempo! La mamá de María apareció en la esquina, con preocupación en su rostro, preguntando con aliento entrecortado "¿qué pasó?"
María se encogió de hombros, "no sé. Rickie subió las escaleras corriendo. Debe haber tumbado la lámpara y la rompió. No es mi trabajo cuidarlo."
La mamá de María miró a Rickie, sus mejillas se estaban poniendo rojas y gritó, "Ya no puedo manejar esto, ¡Rickie, vete a tu habitación ahora mismo!" y diciendo esto le dio una palmada a Rickie en el trasero. María NUNCA había visto a su madre darle palmadas a Rickie, ni recordaba que se las hubiera dado a ella.
María se arrodilló en el piso y comenzó a recoger sus papeles. "Se lo merecía," pensó. "siempre hace desorden por todo lado."
Pero entre más tiempo pasaba arrodillada en el piso, María se sentía peor. Pensó en lo exhausta que se veía su madre y se inquietó. Oyó los sollozos que venían de la habitación de su hermanito y se inquietó aun más. Recordó lo feliz que se había sentido cuando él vino corriendo a abrazarla; casi como si supiera que ella estaba triste. Pronto María tenía lágrimas corriendo por sus mejillas.
Mientras estaba de rodillas, llorando, sintiéndose tan mal como nunca antes, oyó una voz ronca susurrando; "¿abrazos Mara?" Allí estaba Rickie, con los brazos bien abiertos, con los ojos rojos de tanto llorar, y una mirada de preocupación por ella tan sincera que le provocaron sentimientos encontrados de culpa y amor. Su corazón quería estallar.
María abrazó a su hermanito tan fuerte como pudo y lloró aun más. La mamá de María vino apresurada para ver cuál era el problema esta vez y María le contó lo que había hecho, como se sentía con respecto a Rickie y lo difícil que era el Grado 2.
El resto del fin de semana, María hizo todo lo que pudo para ayudar a cuidar a su hermanito. Y se dio cuenta de que a su manera, Rickie estaba haciendo todo lo que podía para ayudar a cuidarla a ella. Con toda la ayuda que recibía de María, su madre tuvo tiempo de ayudarla con sus tareas.
María y su mamá llevaron a Rickie a la cama la noche antes de que el papá regresara a casa, hicieron palomitas de maíz y disfrutaron de una fiesta de pijamas "solo para chicas". María sonrió a su madre y dijo en voz baja; "¿La vida es más fácil cuando todos ayudamos a cuidar a todos, no es verdad, mamá?"
"Seguro que así es, cariño," contestó su madre.
"¡Solo desearía que fuera igual con las matemáticas!" rió María.