"¡Oh Abuela, estaba tan asustada!" Sollozó Caperucita Roja, "nunca más volveré a hablar con extraños o a distraerme en el bosque".
"Esta bien, niña. Has
aprendido una lección importante. ¡Gracias a Dios que gritaste fuerte y así te escuchó este amable leñador!"
El leñador noqueó al lobo y lo cargó a lo profundo del bosque donde ya no
pudiera molestar a la gente.
Caperucita Roja y su abuela disfrutaron de un delicioso almuerzo juntas y hablaron por un largo rato.