Caperucita Roja

El lobo dejó salir un eructo de satisfacción y luego buscó en la ropa de la abuela, donde encontró un camisón que le gustó.  Se puso un gorro de dormir con volantes y, para estar más seguro, se aplicó un toque del perfume de la abuela detrás de sus puntudas orejas.

Algunos minutos más tarde Caperucita golpeó en la puerta.  El lobo se metió de un salto en la cama y se tapó hasta la nariz con las cobijas.  "¿Quién es?" dijo con voz temblorosa.

"Soy yo, Caperucita Roja".

"¡Oh, qué bueno!  ¡Entra, cariño!" dijo el lobo con su ronca voz.
 


 

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