El lobo llegó a la casa de la abuela un poco agitado de tanto correr y golpeó suavemente en la puerta.
"¡Oh gracias a Dios, cariño! ¡Entra, entra! Estaba tan
preocupada de
que algo te hubiera pasado en el bosque", dijo la abuela pensando que era su nieta.
El lobo entró a la casa. ¡La pobre abuelita no tuvo tiempo de decir otra palabra antes de que el lobo se la
engullera!