Los tres cerditos
Por Leanne Guenther, basado en el cuento de hadas clásico
Había una vez tres cerditos, llamados Peter, Patty y Penny, quienes dejaron a papá y a mamá para ver el mundo.
Durante
todo el verano recorrieron los bosques y los campos, jugando y divirtiéndose.
No había nadie más feliz que los tres cerditos, y ellos se hacían amigos de
todos los que se les cruzaban con mucha facilidad.
Donde quiera que iban
les daban una cálida bienvenida y nunca tenían que preocuparse por donde
dormirían. Pero cuando el fin del verano se acercaba, comprendieron que
las personas estaban comenzando a preparar sus casas para el invierno. Los
tres cerditos decidieron que también necesitaban un hogar para ellos, para
mantenerse seguros y cálidos durante el invierno.
Peter, el primer cerdito, era el mayor de los tres. Decidió construir una choza de paja. "¡Sólo tomará un día! Luego iré a divertirme y a jugar", dijo entusiasmado.
Los otros no estuvieron de acuerdo.
"Es demasiado frágil", dijeron con desaprobación, pero Peter se negó a escucharlos (después de todo, el ERA el mayor y por 3 minutos completos).
Patty la cerdita era la segunda (nacida 3 minutos después de Peter y 4 segundos antes de Penny). Decidió que una casa hecha de paja sería demasiado fría durante el invierno (¡y que los bichos podrían entrar!). Así que salió a buscar ramitas y madera para construir su casa.
"¡Pum! ¡Pum! ¡Pum!" Le tomó dos días construir su casa de madera y clavos.
Patty terminó, observó su casa y pensó para sí misma, "Pues...no es muy firme y tal vez no es mi MEJOR trabajo... Pero se supone que este invierno no será frío así que será suficiente".
Penny expresó su opinión en voz baja, diciendo que no parecía lo suficientemente fuerte como para resistir el viento, la lluvia o la nieve (o los bichos). Peter se burló diciendo que Patty había desperdiciado un día entero buscando madera cuando había podido divertirse jugando con él.
Patty se volteó y replicó, "sólo tomó un día más. Ahora puedo divertirme y jugar".
Penny la cerdita era la más joven de los tres y siendo la más joven disfrutaba jugando, tanto como Peter y Patty. Pero recordó lo que su papá y su mamá le habían enseñado mientras crecía.
Su padre le había dicho, "no esperamos que seas perfecta, Penny."
Y su madre siempre agregaba, "estaremos orgullosos de ti siempre que hagas tu mejor esfuerzo".
Así que Penny la cerdita suspiró y pensó, "tomará tiempo, paciencia y trabajo duro construir una casa segura, cálida y cómoda. Nunca antes lo he hecho, así que estoy un poco nerviosa, ¡pero voy a hacer mi mejor esfuerzo!"
Penny fue a la biblioteca y sacó algunos libros sobre construcción de casas. Pasó dos días enteros leyendo los libros antes de decidir que una casa de ladrillos sería la mejor opción.
Penny pasó otro día entero juntando materiales. Un día construyendo los cimientos. Otro día para verter el cemento. Uno más para apilar los ladrillos y cuatro más para poner el techo y pintar. Y solo para asegurarse de haber hecho su mejor trabajo, decidió tomar algunos días más para construir algunos muebles cómodos de madera para poner en su casa de ladrillo. Para cuando hubo terminado su casa habían pasado dos semanas y las hojas de los árboles habían tomado sus colores de otoño.
Penny observó su pequeña casa con orgullo. Claro, la chimenea estaba un poquito torcida y la pintura había chorreado un poco en algunas partes, pero Penny sabía que había hecho su mejor trabajo y estaba muy orgullosa de lo que había logrado.
Peter, Patty y Penny pasaron el siguiente día jugando. Los dos cerditos mayores se burlaron de Penny diciendo que había desperdiciado todo el otoño construyendo su casa (¡y Peter no se resistió a decir que después de todo ese trabajo, Penny no había podido dejar la chimenea derecha!) Pero Penny estaba feliz con las decisiones que había tomado, y pensaba en esto mientras estaba sentada al frente de su cómoda chimenea esa noche.
Peter no estaba tan cómodo en su casa de paja. El viento frío se colaba rápidamente. No se había tomado el tiempo de construir una cama así que se acurrucó en una esquina sobre un montículo de paja sobrante. Cuando el sol salió la mañana siguiente, Peter empezaba a desear haber pasado más tiempo construyendo su casa. Mientras pensaba qué iba a usar para hacer su desayuno, escuchó que alguien golpeaba en la puerta.
"¿Quién está ahí?" Preguntó... Era demasiado temprano para tener visitantes.
Peter no era el único que estaba pensando en desayunar. Un lobo grande, malo y hambriento se paseaba por el bosque. No había comido por un tiempo ¡y un joven y tierno cerdito era el tipo de desayuno que se le antojaba!
"¡Sal de ahí!" le ordenó el lobo, con la boca hecha agua. "¡Quiero hablar contigo!"
Peter
podía ser un poquito perezoso, pero no era tonto. "Prefiero quedarme donde
estoy", contestó.
"¡Sal de ahí ahora mismo!" gritó el lobo feroz.
"No, no lo haré" dijo Peter (después de todo, qué podría hacer el lobo).
"¡Entonces soplaré y soplaré y tu casa derribaré!" amenazó el lobo, quien sopló la casa con todas sus fuerzas. Toda la paja que Peter había amontonado contra unas varas delgadas cayó al piso.
Peter corrió tan rápido como pudo a la casa de su hermana Patty, quien había oído el escándalo. Patty corrió hacia la puerta, estrujando accidentalmente un escarabajo que estaba cerca de su cama. Con coraje empujó las dos arañas que habían construido telarañas en el marco de la puerta para sacarlas de su camino y haló la puerta para abrirle a su hermano.
El lobo persiguió a Peter y gritó "¡Sal y juega conmigo!" justo cuando la puerta se cerraba de un golpe frente a su cara.
"No, no lo haré", contestó Patty (estaba casi tan enfadada con el lobo como lo estaba por los bichos que había empezado a escapando alrededor).
"¡Entonces soplaré y soplaré y tu casa derribaré!" gritó el lobo y sopló con todas sus fuerzas, justo sobre la casa. La casa de madera crujió y crujió y luego colapsó como un castillo de naipes.
Peter y Patty se apresuraron a salir y ya iban a mitad de camino a la casa de Penny antes de que la última rama hubiera tocado la tierra. Penny los hizo seguir rápidamente, miró nuevamente su chimenea torcida, cruzó sus dedos y cerró la puerta de un golpe.
"¡Sal ahora mismo! Quiero mi desayuno", gruño el lobo, sin molestarse por aparentar mas.
"No, no lo haremos", contestaron Peter, Patty y Penny (aun tenían los dedos cruzados con fuerza).
"¡Entonces soplaré y soplaré y su casa derribaré!" gritó el lobo y sopló la casa con todas sus fuerzas.
No pasó nada.
El lobo tomó más aire y volvió a soplar ¡una y otra vez! Pero la casa de ladrillo de Penny con la chimenea torcida y la pintura chorreada era su mejor trabajo y NO se cayó sin importar qué tan fuerte soplara el lobo.
Después de soplar y soplar el lobo estaba aun más hambriento de lo que estaba al principio y no iba a rendirse. Trepó con cuidado por una escalera cercana y se subió al tejado. Antes de que Peter, Patty y Penny supieran lo que estaba pasando, ¡el lobo se deslizó por la chimenea!
"¡Ostras!" gritó Peter.
"¡Estamos fritos!" lloró Patty.
"¡Ahora seremos tocineta!" se lamentó Penny.
Pero lentamente los tres cerditos se dieron cuenta de que el lobo se había atorado antes de bajar completamente. Cuando entendió lo que había pasado, Penny comenzó a reírse nerviosamente. "¡Creo que se quedó atrapado en la parte torcida de mi chimenea!"
Peter asintió con incredulidad, dió un brinco y echó madera en la chimenea. Patty tomó los cerillos y prendió el fuego que pronto comenzó a rugir. Al poco tiempo los tres cerditos escucharon el angustiado aullido del lobo a medida que volvía a trepar por la chimenea. El fuego alcanzó su peludo abrigo y su cola se convirtió en una antorcha en llamas.
"¡Nunca más! ¡Nunca más volveré a bajar por una chimenea!" Chilló mientras trataba de apagar las llamas de su cola. Luego se alejó corriendo tan rápido como pudo.
El
mismo día, Peter y Patty sacaron libros de la biblioteca sobre cómo construir
una casa de ladrillos. Penny hizo su mejor esfuerzo para enseñarles un
poco y Peter les mostró a sus hermanas como aplicar pintura sin chorrearla
(después de todo, el ERA el mayor por 3 minutos completos).
El lobo regresó una vez a deambular en el vecindario, pero cuando vio TRES chimeneas torcidas recordó el terrible dolor de su cola quemada y se fue para bien.
Ahora que estaba segura y feliz, Penny dijo a sus hermanos;
"no más trabajo por hoy... ¡vamos a jugar!"
FIN