La
historia de Aracne, la tejedora
Escrita por James Baldwin, adaptada e ilustrada por Leanne
Guenther – basada en la mitología griega
En Grecia vivía una joven llamada Aracne. Su rostro
era blanco pero hermoso y su cabello era largo y oscuro. Lo único que le
interesaba hacer desde la mañana y hasta el medio día era sentarse al sol a
hilar; y lo único que le interesaba hacer desde el medio día hasta la noche era
sentarse a la sombra y tejer.
Y, ¡oh! ¡Qué finas y bellas eran las
cosas que tejía en su telar! Lino, seda, lana—trabajaba todas por igual; y
cuando venía de sus manos, el tejido que hacía era tan suave, tan delgado y tan
vivo que venían personas de todas partes del mundo a verlo. Y decían que
un tejido tan excepcional no podía estar hecho de lino, ni de seda ni de lana,
sino que la urdimbre era de rayos del sol y que la trama era de hilos de oro.
Y entonces, cuando la joven se sentaba día tras día al sol a hilar, o en la
sombra a tejer dijo: “No hay en el mundo un hilo tan fino como el mío, ni
tampoco un tejido tan suave y liso, ni una seda tan viva y excepcional".
Una tarde cuando estaba sentada en la sombra tejiendo y hablando con quienes
pasaban por el lugar, alguien le preguntó: "¿Quién te enseñó a hilar y a
tejer tan bien?"
"Nadie me enseñó," contestó Aracne. "Aprendí a
hacerlo cuando me sentaba al sol y a la sombra; pero nadie me mostró como
hacerlo".
"Pero puede ser que Atenea, la diosa de la sabiduría, te
enseñó y tu no sabías".