El extraño hombrecito tomó el collar, agarró un puñado de paja y se sentó frente a la rueca. Tric, tric, tric, hizo la rueca tres veces. El pequeño hombrecito le entregó a la joven un huso lleno de hilo de oro, y luego tomó otro puñado de paja y se sentó frente a la rueca una vez más. Y repitió este proceso hasta que toda la habitación, que en un momento estaba llena de paja, ahora estaba llena de hermosos hilos de oro.
Luego, mientras tarareaba su extraña melodía, el pequeño hombrecito salió de la habitación de un brinco, moviendo el collar de la joven de un lado a otro.
Cuando el rey entró a la habitación al amanecer, se sorprendió de ver que el molinero había dicho la verdad acerca de las habilidades de su hija. El rey estaba complacido al ver la habitación llena de oro, sin embargo, su felicidad duró poco, porque el ver tanto oro aumentó su codicia.
Esta vez llevó a la hermosa joven a una habitación aun más grande llena de paja amarilla.
“Hila y convierte la paja en oro, y te dejaré vivir” dijo el rey bruscamente. Nuevamente giró sobre sus talones, cerró la puerta y encerró a la joven dejándola sola en la habitación.