Todas le contaban sobre las maravillas que habían visto por encima
de la superficie – sobre olas rompiendo en las rocas, la tibieza del sol y los sonidos de las gaviotas en el aire. La historia favorita de Sara era la que su tercera hermana le había compartido; había
nadado aguas arriba en un río ancho que desembocaba en el mar. Vio en las orillas colinas verdes de las que se asomaban palacios y castillos entre los orgullosos árboles del bosque; oyó a los pájaros
cantando y sintió la tibieza del sol que brillaba en el cielo.
Encontró en una cascada angosta todo un grupo de pequeños niños humanos jugando en el agua; deseaba jugar con ellos, pero salieron corriendo tan pronto la vieron. Cuando estaba a punto de irse, un pequeño animal blanco y negro se le aproximó. Tenía cuatro patas y meneaba su cola, pero ella no sabía lo que era porque nunca
antes había visto nada parecido. El animal había hecho un sonido de “WOOF” tan fuerte que la había asustado haciendo que se apresurara de regreso a su hogar en el mar. Pero le dijo a Sara que nunca
olvidaría el hermoso bosque, las verdes colinas y los hermosos niñitos que podían nadar en el agua pero no tenían colas de peces.