
Cuando Medusa vio las esculturas susurró que ella hubiera sido un mejor modelo para el escultor que Atenea. Cuando Medusa vio las obras de arte comentó que el artista había hecho un buen trabajo considerando las gruesas cejas de la diosa – pero imaginen lo extraordinaria que hubiera sido la pintura si hubiera sido alguien tan delicado como Medusa.
Y cuando Medusa llegó al altar suspiró alegremente y dijo: “Este sí que es un templo muy hermoso. Qué lástima que lo desperdiciaron en Atenea porque yo soy mucho más hermosa que ella – tal vez algún día se construirá un templo más grandioso en honor a mi belleza.”
Las amigas de Medusa palidecieron. Las sacerdotisas que oyeron a Medusa quedaron boquiabiertas. La gente que estaba en el templo empezó a susurrar y pronto comenzaron a irse – porque todos sabían que Atenea disfrutaba observando a la gente de Atenas y temían lo que pudiera pasar si la diosa hubiera escuchado los comentarios imprudentes de Medusa.
En breve el templo estaba vacío excepto por Medusa, quien estaba muy ocupada mirando con orgullo su reflejo en las grandes puertas de bronce y no había notado la rápida salida de todos los demás. La imagen que estaba observando tembló y de repente, en lugar de ver sus propias facciones, Medusa vio a Atenea reflejada.
“Muchacha presumida y tonta”, dijo Atenea enfurecida, “¡Crees que eres más hermosa que yo! Dudo que sea verdad, pero si lo fuera – la vida no es solo belleza. Mientras otros trabajan y juegan y aprenden, tú haces muy poco aparte de presumir y admirarte”.